lunes, 3 de septiembre de 2012

Yo le digo NO a los cuidacoches.

Yo le digo no también a los trapos. A los trapitos. No estoy ofendiendo a nadie. Es como si “canillita” ofendiera a los que venden diarios. No me jodan.

Seguí con lo que estabas diciendo… por favor.
Si, sigo.

Antes una advertencia. Voy a utilizar algunas palabras que no corresponden. Algunas palabras que son consideradas malas. Así que si querés permanecer puro no sigas leyendo.

Me revienta que me hinchen las pelotas los cuidacoches. Son una plaga. Antes no eran tantos.
Ahora si. Oféndanse si quieren.

¿Por qué tienen que estar hinchando las pelotas en todos los lugares en los que uno piensa dejar el auto?
No tenés opción. Tenés que pagarles. ¿Por qué? No se. Para que te lo cuiden, dicen ellos. ¿Qué me lo cuiden de qué si estamos en el centro de la ciudad? ¿De qué mierda me lo van a cuidar?
Son como una mafia. Oféndanse.

Antes vos les dejabas unas monedas y si vos querías. Ahora no. No tenés opción. Ellos tienen un precio y vos tenés que pagarlo si o si. La concha de su hermana.

Se ponen ese puto chalequito naranja y hacen como si fueran algo legal. Algo que está ahí porque tiene que estar. Y no es así. Están ahí porque ellos se pusieron ahí. Nadie los puso. Nadie los contrató. Nadie les pidió que lo hagan.

Están en los boliches hinchando las pelotas. Y me quieren cobrar cinco mangos por dejarles el auto por un par de horas.
Eso me pasó el otro día. Habíamos llegado tarde. Sólo íbamos a estar unas tres horas. Y el guacho pistola me quería cobrar cinco mangos. O sea que era más de un peso por hora. Y ni siquiera estaba en el estacionamiento de mierda. Porque estaba todo lleno. Estaba entre unos árboles de mierda en un espacio de mierda. Y vino este boludo y me quiso cobrar. Yo le pregunté como era la onda. Y él me dijo que eran cinco pesos. Así con onda. Y yo le pregunté por qué. Y él me dijo que para que me lo cuide. Y yo le pregunté de qué. Y él me dijo de que no me lo rayen. Y yo le dije que porqué eran cinco mangos. Que con lo que me salía la entrada se me iba a acabar la guita. Que no iba a tener guita para pagar la entrada. Mentira. Él me preguntó cuanto era la entrada. Yo le dije que eran quince mangos. Él me dijo que tendrían que cobrar menos. O sea el boliche tendría que cobrar menos pero ese cabeza iba a seguir cobrando lo que cobra. Yo le dije que no podía pagar las dos cosas. Él me dijo que él no tenía nada que ver con el boliche. Bingo. Él no tenía nada que ver con el boliche. O sea que a pesar de que tenía el puto chaleco y estaba en el puto estacionamiento del boliche y se te acercaba apenas estacionabas, no tenía nada que ver. Nada que ver. Él trabajaba por su cuenta. Por eso no me podía cobrar menos. Hijo de puta. Me dijo que lo estacione en la banquina si no quería pagar nada. Se me ocurrió que me convenía pagar un taxi hasta la puerta del boliche de mierda que me iba a salir más barato. Y nos fuimos a la mierda. A otro boliche. Sin cuidacoches de mierda.

Yo prefiero caminar unas cuadras más que darle unos mangos a esos chorros.
Todo bien con los que lavan los autos cuando vos querés que te lo laven. Si no querés te están jodiendo.

Yo les digo No a los cuidacoches. Y no me jodan.

Necesito. Necesito. Necesito.

Odio la luz negra. La roja me cae bien.

Soy el Temblequeo Reiterado de Galahad.

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Galahad es un muchacho delirante que escribe algunas boludeces muy de vez en cuando y si se le cantan las pelotas. La Galaxia conspira contra él pero a veces Galahad le toca la cola.