lunes, 10 de septiembre de 2012

Agrupación Yo Te Odio Viento.

Yo te odio viento. En serio. Así. Te hago tangible. Te hago persona. Para demostrarte mi desprecio. Te detesto. Te golpearía si pudiera.
Sigamos.

Voy a hablar en primera persona. Aunque se supone que esto es una agrupación. Le voy a hablar al viento aunque se supone que no es una persona.

Viento de mierda, detesto que azotes con tus putas ráfagas a todo lo que haya a tu alcance. Que muevas los árboles y las plantas. Que desgarres cosas. Que desparrames todo. Que hagas volar lo que no es volátil. Que hagas silbar a las ramas. Que rompas todo. Sobre todo mis pelotas.
Me ofuscás enérgicamente con tu rabia iracunda. No quiero verte. Ni oírte. Y menos sentirte.
Hijo de puta que arrancás techos. Y árboles. Que rompen cosas. Que matan gente. Hijo de puta que me volvés loco a mi que no te soporto. Te odio. Y nadie te quiere.
Sucia megaflatulencia hiperpédica de la naturaleza.
Podemos prescindir totalmente de tu aberrante existencia.
Me cago en los barriletes. Me meo en los veleros y embarcaciones de velas. No me importa una mierda la energía eólica. Que se mueran las plantas que usan el viento para que lleve sus semillas. Que se acaben las olas y las tablas para surfear. Me importan tres soretes las alas deltas y todo lo que necesite un impulso para volar. Me importan tres mil pelotas los molinos, molinetes y cualquiera de todos esos soretes. Porque no me importa ni bosta todo lo que prescinda del inmundo viento para existir.
Así que sucio viento del orto podés dejar de molestarme a mi y a todos los demás. Podés morir de una vez. Por siempre. Podés tener un final.

Si fueramos romanos comenzaríamos una batalla sin cuartel contra el puto Eólo. Viejo puto. No sos de los nuestros.
Somos eolofóbicos. Te detestamos. Te despreciamos.

El viento que levanta arena. Que levanta mugre. Que levanta tierra. Que levanta cenizas. Que levanta todo. Lo odio. Lo veo desde adentro. No salgo de donde estoy. No puedo. No quiero. No. Si tengo que salir cancelo todo. Me siento mal. Me duele la cabeza. El estómago. En serio. Me arruina el cerebro. No lo puedo aguantar. No es un mal que estoy dispuesto a soportar. No.
¿Dónde no hay viento? Nunca. ¿Dónde nunca hay viento? ¿Dónde es ese lugar? Nada de viento. Menos de tres kilómetros por hora. Ahí quiero estar. Con el amor de mi vida. Si es que ella me puede encontrar.
Dejo de delirar. Que mal.
Mal.

No me digan que necesitamos al viento. No me jodan. Una cosa es un viento moderado en algún lugar alejado de mi que haga al mundo seguir funcionando. Pero nadie necesita a las ráfagas de sesenta, las de ochenta, las de cien kilómetros por hora. Nadie necesita eso. Nadie lo quiere.

Sin mas. Me retiro.

Soy La Demencia Iracunda de Galahad.

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Galahad es un muchacho delirante que escribe algunas boludeces muy de vez en cuando y si se le cantan las pelotas. La Galaxia conspira contra él pero a veces Galahad le toca la cola.