lunes, 18 de julio de 2011

La trivialidad de la vida.

La vida es tan trivial. Tan nada. Tan efímera. Tan corta. Tan insignificante. Se acaba en dos segundos. Y esos segundos nunca fueron tan buenos como podrían haber sido.
Nada dura para siempre. Nada es perfecto. Ni siquiera una vida plena.
Todo no dura nada. Nada dura todo. Todo no es nada. Nada es todo.

El absurdismo me está matando.
La vida me está matando.
Es todo absurdo. Insignificante.

No me importa cómo sea tu vida. Sólo te importa a vos. Y a los que les importás. Y a nadie más. Sos una estadística. Un aviso a futuro en las necrológicas. Sos un nombre en un padrón. Un grabado en una medalla. Una cara desconocida en una foto grupal. Sos una sombra. El reflejo de una vida extinta. Sos la nada expirada. Sos una planta sin vida. Sos uno más en la multitud. Sos parte de la masa. Sos un número. No sos nada.

Supongamos que ya pasó toda tu vida.
No me importa si tuviste más amores que Casanova. O si fuiste más seguido que Gandhi. No me interesa que hayas tenido más dinero que un Sultán. O que hayas sido más conocido que Jesucristo.
No me importa.
No me importa si tu nombre va a aparecer en todos los manuales de historia. Si tu apellido va a ser una calle. Si vas a tener una estatua en cada ciudad.
Realmente no es importante.
No para mí. No para vos.
No vamos a estar para verlo.
Y aunque estuviéramos, tampoco tendría sentido. Aunque no te pase la de Kafka y puedas tenerlo todo en vida. No importa.
No es importante. ¿Y qué es realmente importante? Nada. Ese es el problema.
Aunque puedas tenerlo todo no importa.
¿De qué sirve? Es sólo placer. Y es efímero. Algunos perros tienen placer follándose tu pierna. Es sólo placer. Justificado o no. Más o menos.
Todos tenemos problemas. Todos tenemos alegrías. Bueno, casi todos.

Hagas lo que hicieses vas a dejar de hacerlo. Seas lo que fueses vas a dejar de serlo.
Hagas lo que hicieses te vas a morir. Tarde o temprano todo llega a su fin. Es absurdo.
El absurdismo me está matando.

Si tenés suerte vas a conocer al amor de tu vida. Y un día la vas a perder.
Si tenés suerte vas a conocer a la mina más hermosa y más copada. A la mina más perfecta. Y vas a saber que ella te ama.
¿Y qué?
¿Cuánto puede llegar a durar? ¿Diez mil días? ¿Menos? Y sólo van a ser recuerdos. Al final sólo vas a ser memoria. Sólo un recuerdo.

Si no les hablo no existen. Sólo son los extras de mi vida. Las figuras de fondo. No son nada.
Ella sólo va a ser un recuerdo en tu cabeza. Una reacción química en tu cerebro. Un poco de energía. Un par de células. Nada.
Y cuando vos te olvides de ella, ella va a dejar de existir.
Porque siempre existió sólo en tu cabeza.

Nos creemos tan grandes y nuestra vida es tan absurda. Aunque haya sido perfecta fue sólo una vida. Es sólo una vida. No es nada. Veintiocho mil días. O menos.

No me importa si fuiste Alejandro Magno. No me importa si sos Donald Trump.
Tu vida sólo dura segundos. Igual que la mía. Tu cerebro asimila el placer igual que el mío. Todo tu presente se transforma en pasado. En recuerdos. En nada. Sólo existe en tu mente.
A mi me pasa lo mismo.
La vida pasa en un instante.
Las cosas pasan dejándolas pasar.
Cuando ya no estés nada de esto va a importar. Ni cuantas minas tuviste. Ni cuanta fama alcanzaste. Ni cuanto poder obtuviste. Ni cuantas cosas lograste. Ni cuanto amaste. Ni cuanto te amaron.
Es sólo una vida.
El absurdismo me está matando.

El absurdismo me está matando.
Volvámonos más severos todavía.
Digamos que si la vida en si misma es insignificante. Digamos que si la vida es absurda. Si todas las vidas carecen de sentido. Si cualquier vida es intrascendente. Entonces. Todos estamos mal. Todos estamos peor. Estamos jodidos. Tu vida es más insignificante todavía. Como la mía.

Durden me dijo que fuimos criados para creer que vamos a ser algo grande. Fuimos criados para ser estrellas de rock. Astros de cine. Millonarios. Famosos. Poderosos. Amados. Queridos. Idolatrados.
Y no lo somos. Y no lo vamos a ser.
Así que la vida nuestra es todavía más intrascendente que la insignificante vida de los que tienen o tuvieron todo eso.
Tu vida vale menos que la de Chaplin. Y la de Chaplin no vale nada. Así que…
No me digas que tu vida es importante. Ya lo se. Es tan importante como la del infeliz que apareció hoy muerto en los policiales del diario.
Intrascendente. No sos nadie. Y aunque lo fueras no serías nada.
El absurdismo me está matando.
No me importa si sos importante.
Es como un jardín de infantes. Pensá en eso. ¿Lo ves? Un aula pequeña y colorida. Una docena de nenes de cinco años. Una señora bonita con un guardapolvo ridículo. Porquerías pueriles pegadas en las paredes. El sol de la mañana entrando por la ventana.
¿Lo ves? Bueno.
Ahora sabé que uno de esos nenes, Eustacio, es un nene muy capaz. Su seño está orgullosa. No sólo hace las pinturitas más bonitas del aula. También sabe las vocales. Y las sabe escribir. Guau. Que zarpado. Es lo mejor del aula. Es el orgullo de sus padres.
¿Y qué? Fuera del jardín no es nada. Fuera de su escuela no es nadie.
Bueno. Eso es la vida.
Por más que seas zarpado, en el esquema general de la existencia no sos nada.
No sos nada en el mundo. Realmente no sos nada.
Pensá bien, realmente no es importante que hayas descubierto la teoría de la relatividad.
No se a dónde mierda estoy yendo.
El absurdismo me está matando.

Es como un videojuego. Quizás es eso. Un videojuego. Jugás un rato. Te divertís. O no. Pero es sólo eso un videojuego.
Termina. ¿Y qué?
Tal vez por eso lo que tenés que hacer es jugar bien. Divertirte. Si jugás y ganás es más divertido. Y si jugás más es mejor.
Tal vez por eso hacemos lo que hacemos. Aunque no tenga sentido.
Para pasarla mejor.
Todo por placer. Aunque nada tenga sentido.

Algunos llenan su absurdismo con algo más allá. Unos con la religión. Otros con sus obsesiones. Unos con esperanzas. Otros con locura.
Con lo que sea.
Lo que sea es mejor que la nada.

Si no se puede tener todo la nada es la perfección. Eso dijo alguien. Alguien que no fui yo. No fui yo.
Si toda la creación no es digna de la eternidad lo mejor es que no hubiera existido. Eso dijo Mefistófeles. Tipo raro.
Y después dijo que después de dar tormento a su alma por seis días Dios pudo crear algo que valiera la pena. Creó a la mujer.
Galahad, ¿te estás yendo?
¿A dónde?
El absurdismo me mata.
Mató mil.
Cambio.

Cambiemos totalmente. Olvidémonos de todo eso.
Ya se que no somos nada. Ya se que nada realmente importa. Ya se que nada dura. Que todo se termina. Que nada vale la pena.
Ya lo se.
Ya se.
Y por eso lo voy a olvidar.
Lo voy a olvidar.
Voy a tener la sombría astucia de saber que puedo hacer lo que quiero pero no voy a saber porqué.
Me voy a olvidar de que nada es todo. De que todo es nada.
Voy a olvidarlo todo.
Para seguir.
Sin memoria.
Sin pensar.
Sin sentir.

Cambio. Cientoochentagradeo.
Y voy a pensar como Eric Draven. Shelly le dijo que nada es trivial.
Nada es trivial.
Y lo más importante es el amor. El amor es eterno aunque se termine.
El amor es lo único por lo que vale la pena vivir. Por lo que vale la pena luchar. Por lo que vale la pena morir. Por lo que vale la pena matar.
Nada es trivial.

¿Qué pensás? ¿Pensás como yo? ¿Pensás algo? ¿Qué onda?
¿Mejor me callo? Mejor me callo.

Escribirlo es una forma de sacarlo. Ya no me jode. Está afuera. No pienso más en eso. Hacé lo mismo. Dale. Copate.

Me gusta que uses medias como esas. Me gustan tus piernas. Eso pensé.
Ella me preguntó cómo me llamaba. Yo le dije: Galahad.

¿Leíste todo o sólo estás leyendo esto?

Necesito mi Nepento. Necesito beber del Leteo.

Soy la Incoherencia Astral de Galahad.

110908

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Galahad es un muchacho delirante que escribe algunas boludeces muy de vez en cuando y si se le cantan las pelotas. La Galaxia conspira contra él pero a veces Galahad le toca la cola.