martes, 11 de octubre de 2011

Esos personajes que elegimos ser.

Todos somos un personaje. Todos hacemos un personaje. Aunque seamos nosotros mismos. Hacemos un rol. Lo cumplimos. Hacemos lo que se supone que nuestro personaje tiene que hacer.

¿De que mierda estás hablando ahora?
Estoy hablando de ser lo que somos. Lo que elegimos ser. Siempre manteniéndonos en el rol.
Me perdiste.
No. Prestá atención. Todos hacemos un personaje. Aunque no actuemos. Aunque seamos nosotros mismos. Aunque nos mantengamos fieles a nuestra esencia.

A veces algunos en algún momento de sus vidas cambian de rol. Y todos le preguntan: ¿qué te pasó? Ya no sos igual. Ya no sos igual...

Algunos cambian de personajes todo el tiempo. Todos los días. Muchas veces. Pero siguen siendo ellos mismos. Diferentes. Pero leales a sí mismos.

Todavía no entiendo la estupidez que estás tratando de decir.

Inclusive hay distintas tribus urbanas. Todos ellos juegan el mismo personaje pero desde distintos ángulos.
Los rolingas. Los rugbiers. Los chetos. Los hippies. Los nerds. Los ganadores. Los perdedores.
A rasgos generales hay muchos grupos. Individualmente también uno elige un personaje. Y se mantiene en él. A veces uno elige al personaje y otras veces el personaje lo elige a uno.
El gracioso. El ortiba. El amargo. El fiestero. El pirata. El bobo. El vivo.
Hay muchas variantes y en cada una de esas variantes hay muchas otras variantes.

Galahad, no estás diciendo nada que no sepamos.

Aunque no pertenezcas a ninguno de los grupos que dije estás haciendo un personaje. No es todo cuestión de grupos. Ni de características físicas o sociales.
Todos hacemos un papel. Sin actuar. Frente a la sociedad. Frente a la gente.
Quizás cuando estamos solos somos un poco distintos. Hacemos cosas que no queremos que los demás sepan.
Pero de todas formas seguimos cumpliendo un rol. El que elegimos cumplir.
Otras veces no lo elegimos pero tenemos que cumplirlo.

Si sos flaco y chiquito nunca vas a ser un matón. Por más que en tu cabeza seas el más malo de todos.
Tenés que ser lo que tenés que ser porque no podés ser lo que querés.
Si sos feo por más que te sientas el más ganador de los ganadores vas a perder a muchas minas. Aceptalo. No estás con los fachas.
Si sos grandote nunca vas a ser un jockey.
No todo está determinado obviamente. A veces podés cambiar. Pero otras veces no.
Si naciste en Argentina por más que te guste la gaita nunca vas a ser un escocés.

Y esto no se refiere sólo a lo que uno está limitado a ser. O a no ser. No. Todos somos algo. Todos somos alguien. Y ese que somos es un personaje. Lo vamos creando desde que nacemos. Crece con nosotros. Adquiere matices. Elige caminos. Y se vuelve cada vez más un personaje determinado. Determinado por tu infancia. Determinado por tus experiencias. Por tus errores. Por tus aciertos. Por lo que te enseñaron. Por tu familia. Por tus amigos. Por tus gustos.

Y es ese mismo grupo que te rodea el que se va a sentir extraño si vos intentás cambiar un poco al personaje que ellos conocen.
¿Cómo que te perdiste el mundial si a vos te encanta el fútbol?
Bueno, no se, no tanto.
Si, a vos te encanta.

El que se junta con ratas no le tiene asco a la mierda.

Según con quién te juntes va a variar tu personaje. Ya sea porque te ves en la necesidad de hacer lo que los demás hacen o porque realmente lo querés hacer.

Si a vos te enseñaron que está mal rascarse las bolas con gente a tu alrededor no lo vas a hacer. No. Porque vos no lo hacés. Vos no hacés esas cosas. Cuando estás solo capaz.

Todos hacemos un personaje. Somos un personaje.

Si. Ya se. Somos personas.
Todos tenemos matices que se fueron cimentando en nuestro ser social y psicológico a través de los años.
Y que se yo.
No me vengas con intensas inconexas peroratas psicológicas.

Todo esto es más boludo.

Todos somos de una forma. O de otra. Todos distintos. Algunos parecidos. Todos únicos.

Si se supone que no somos malas personas se supone que no hacemos maldades. Porque eso es lo que somos. Somos buenos tipos.
Si sos un hijo de puta podés hacer lo que quieras. Vas a seguir siendo un hijo de puta.
Supongo que el hijo de puta es más libre de hacer lo que quiera que el buen tipo.
Si alguien ve al buen tipo haciendo algo malo lo empieza a ver como un hijo de puta. Pero aunque el hijo de puta haga algo bueno va a seguir siendo un hijo de puta.

Todos cumplimos nuestro rol. Algunos cambiamos. Otros no.

Yo a veces soy distinto. Tengo un par de versiones de mí mismo. Siempre soy yo. Pero soy distinto.
A veces soy un buen tipo. Y otras veces soy un hijo de puta.
Y mi personaje para algunos es uno y para otros es otro. Y para otros es justamente eso. Un personaje dual. O múltiple. Saben que puedo ser bueno o no. Y eso te da libertad. Te saca del personaje. Podés hacer lo quieras. Si querés hacerlo.

A veces soy normal.
“Cuando soy bueno soy bueno pero cuando soy malo soy mejor.”

A veces soy piola y otras veces soy ortiba. Soy un enfiestado o un amargo. Según. No es siempre por como me sienta. Sino por lo que me conviene ser.
Si estoy en un lugar en el que no quiero estar soy un forro. Y me voy.
Si quiero quedar bien soy más simpático.
Yo elijo.
Desorden de disasociación de personalidades múltiples.
Ni siquiera tanto.

Creo que es peor mantenerse en un rol que no querés cumplir. Y ser hipócrita con vos mismo. Y sufrir. Y no poder cambiar. Y hacer lo que los demás quieren que hagas. Ser lo que los demás quieren que seas.
A algunos les pasa.
Y se hacen socios del club del psicólogo de la esquina.

Algunos que me conocieron en mi estado de joda me preguntan si me pasa algo cuando me ven tan calmo la segunda vez que los encuentro.
Los que me conocieron en mi estado de calma se quedan sorprendidos si me ven en un momento de joda.

Soy distinto pero siempre soy yo.
A algunos les pasa. A otros no.
Por las noches soy otro.
Tengo que dejar de leer a Palahniuk.

Aunque cambiemos, todos nos atenemos a ciertos límites. No son cambios totales. Hay cosas que en ninguna de mis versiones yo haría. Y hay cosas que hago sea como fuese.
Los estados de ánimo también afectan a nuestros personajes.
Estados ciclotímicos.
De todas formas todos nos mantenemos en nuestros personajes. Somos distintos pero seguimos siendo iguales.

A veces cambio sólo superficialmente. Para joder.
Un poco más punkie.
Un toque rolinga.
Versión elegante.
Versión zaparrastrosa.
Me rapo y me dejo crecer el pelo por cinco meses. Una y otra vez. Para variar.
Cambios superficiales.
Algunos lo hacen.
¿Alguno lo hace?

Todos hacemos un personaje. Y nos atenemos a él. Yo nunca voy a ser fascista. Ni muchas otras cosas más.

Todos somos un personaje.
¿Vos cuál sos?
¿Qué opinás?


Me ofrecieron Ilex Paraguayensis y les dije que no. Yo sólo me doy con Arozia Sativa.

Soy la Inusitada Demencia de Galahad.

271107

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Galahad es un muchacho delirante que escribe algunas boludeces muy de vez en cuando y si se le cantan las pelotas. La Galaxia conspira contra él pero a veces Galahad le toca la cola.