Si, odio
todo lo que rodea a la boludez de los regalos. No me gusta tener que hacer
regalos y tampoco me gusta que me hagan regalos.
Odio todo
el tema de obligaciones que lleva la cuestión de los regalos. Odio todo el tema
de cesiones de poder que incluye. Odio toda la cuestión de buenas intenciones
del que hace un regalo esperando que al otro le agrade y de las buenas
intenciones del que recibe un regalo haciéndole saber al otro que le agrada lo
que recibió.
Marqué tres
puntos por los que no me gusta toda la mierda alrededor de los regalos. Ahí
está todo en cuestión, ahora vamos a dilatar estos puntos como el culo de una
puta.
Entiendan,
sobre todo, lo que no me gusta es la cuestión de la obligación. Y tampoco me
gusta como incide dicho regalo en las dos partes que envuelven a la cuestión,
el regalante y el regalado.
Ahora vamos
a escarbar más en la mierda de lo que estoy diciendo como si estuviéramos
buscando parásitos muy chiquititos.
Lo peor es
lo de la obligación.
Si, eso es
lo peor de todo en un montón de cosas.
En este
caso es terrible porque esa obligación está escondida entre cuestiones
supuestamente buenas y se hace pasar por buena la muy hija de puta y todos
sabemos que las obligaciones nunca son buenas.
Es el
cumpleaños de alguien y vos estás obligado a hacerle un regalo. Vas a una
fiesta, obligado a llevar un regalo. Volvés de viaje, obligado a traer regalos.
Es navidad, obligado a hacer regalos. El día de… la marmota, obligado a comprar
regalos.
Es
horrible.
Entiendan,
yo los entiendo, a cualquiera le gustaría que le regalasen un millón de
dólares. A mi también. Pero no estás viendo todo el cuadro. Ningún regalo viene
por nada. Nada es gratis.
Y ahí
reside el problema entre el regalante y el regalado. El regalante tiene una
obligación, lo que dijimos recién, y el regalante también. Es como en el
padrino, te hicieron un regalo pero ahora vos estás en deuda. Es como esas
empresas que te regalan algo, te están obligando a otra cosa, con algo te van a
salir. Nadie hace regalos porque si, sin esperar consciente o inconscientemente
algún beneficio.
Pongamos
por caso algo bien libre, la relación entre el regalado y el regalante es nula,
digamos que un tipo se pone a regalar dinero en la calle y se lo da a
cualquiera que pasa. Uno podría decir que en este caso el regalante no espera
nada a cambio y el regalado no tiene ninguna obligación porque no conoce al
regalante y no lo va a ver más. Error. Incluso en estos casos, de alguna forma
el regalante está haciendo algo para él. Ya sea para sentirse bien o para
marcar precedentes de que es un tipo bueno. El regalado al dejar que el
regalante sienta esto ya está cumpliendo su parte en este horrible trato entre
regalante y regalado.
Pero ese es
un ejemplo muy extremo.
Vamos a lo
que nos pasa a todos.
¿No es
odiosa toda la farsa que ocurre en uno de esos detestables actos de regalación?
El regalante le da un regalo al regalado. El regalante está ahí parado mirando
como el otro abre el paquete, está ahí escudriñando cada detalle del rostro del
otro, viendo cada pizca de cambio en su semblante. Este es su trabajo en este
momento, observar. El regalado, por otro lado, tiene todo el trabajo ahora.
Tiene que abrir el regalo y prepararse para reaccionar correctamente. Tiene que
mostrarse agradecido, tiene que mostrar quizás sorpresa, seguramente alegría. Y
si acaso realmente le gusta lo que recibió y está en una situación, digamos un
cumpleaños, en donde hay otros más regalantes con sus regalos, lo mejor sería
que no demostrara excesiva alegría en un regalo en particular porque podría
arruinar la expectativa de los otros pobres regalantes y sus regalos no tan
copados. Porque es así, en este punto todos los regalantes están esperando que
su regalo guste.
Me parece
un poco chota toda esa situación.
Y ni hablar
si el regalo no es algo del agrado del regalado. Ahí hay dos opciones: o finge
y le da un poder que no se merece al regalante o demuestra que no le gusta lo
que recibió y lo hace sentir mal al otro.
Por eso es
que es una cuestión de poder. Hay que manejar los niveles para que ninguno de
los dos se sienta mal. Ni el que hace el regalo ni el que lo recibe. Porque hay
veces que un regalo hace sentir mal al regalado también. Supongamos que es una
chica un poco gordita y recibe un vestido, si el vestido es muy chico la mina
se angustia porque sabe que no le entra. Si el vestido es muy grande la chica
se angustia porque piensa que la ven más gorda de lo que es.
No hay
forma de esquivar la bala.
También
están los casos en los que el regalado se da cuenta de que le hicieron un
regalo muy ordinario o muy barato. O cuando le regalan algo que no tiene nada
que ver con él y eso le hace pensar que el regalante no sabe nada de él o no le
importa. O también cuando el regalo es algo tan genérico que ni siquiera tiene
gracia.
En todos
estos casos el poder reside en el regalado que puede, como la norma lo indica
sin indicarlo, demostrarse agradecido en una medida justa y pasar a otro tema.
O demostrar que el regalo no le agrada y meterse en un buen lío.
Tampoco es
bueno que el regalo sea demasiado caro, por lo menos yo me siento en deuda si
recibo algo muy caro, siento que no lo merezco y que la otra persona no debe
meterse en semejantes gastos. Así que otra vez, no hay forma de esquivar la
bala.
Es una
cuestión de poder también porque si alguien te hace un regalo vos deberías
hacerle uno a ese alguien también. Y los niveles de regalo también tienen que
estar a las mismas alturas. No podés regalarle una baratija a alguien que te
hizo un regalo zarpado.
Y ahí,
queridos lectores, volvemos otra vez al tema de las obligaciones que es lo peor
de todo esto.
Las
obligaciones son una mierda.
Eso es lo
que más me revienta de todo esto.
Estar
obligado a hacer regalos, lo que no hago muy a menudo. Estar obligado a recibir
regalos, lo que no puedo esquivar del todo.
Entiendanme,
no es sólo una cuestión de no gastar dinero. Es la cuestión de la obligación,
es la cuestión de tener que hacer una busqueda obligada para conseguir un
regalo porque estoy obligado a comprarlo.
Todas esas
obligaciones de mierda que me hacen perder tiempo, dinero y sonrisas.
Si veo que
algo que le gusta a alguien y se lo puedo comprar y después regalárselo porque
si, eso está bien. Pero tener que ir a buscar algo que le guste a alguien y
tener que comprárselo porque le tengo que hacer un regalo. Eso no está bien.
Si tengo
algo que no necesito, que no quiero o que simplemente quiero regalarlo, eso
está bien. No tengo problemas con eso. Pero si estoy obligado a regalar algo
que no quiero regalar, eso ya no me gusta.
Entiendan,
no me gusta que me obliguen.
Pensar que
cada año aparecen más “días de…”, para que se hagan más regalos. Que triste.
Ponete a
pensar cuántos regalos tenés que hacer entre cumpleaños, navidades, díasde,
viajes y otras cuestiones. Que quilombo.
Y tampoco
me gusta que las otras personas tengan que pasar por esas cuestiones. Por eso
no me gusta que me hagan regalos tampoco.
Lo bueno
sería que alguien dijera: mirá, pasé por este lugar y esto me hizo acordar a
vos así que te lo compré, tomá, es una boludez pero está bueno ¿viste?
Y listo.
No tener
que comprar algo porque el almanaque lo dice. No tener que llevar un regalo
porque si no lo hacés quedás mal.
Las
obligaciones son una mierda.
Esto de
tener que hacer regalos es una costumbre de mierda que se convirtió en una
obligación.
Tal vez
hasta sería mejor poner un precio, como si fuera la entrada a un boliche, y
todos abonan ese precio cuando llegan al cumpleaños por ejemplo. Y a la mierda.
Nadie va a dar de más, nadie va a dar de menos. Nadie va estar esperando que su
regalo agrade. Nadie va a sentirse defraudado por un regalo que no le gusta.
Nadie va a perder el tiempo haciendo un scouting y casting de regalos. Y a la
mierda. Ya no va a haber competencia por los regalos, porque a veces, aunque
nadie diga nada es como una competencia… “y el mejor regalo se lo dio…”, el regalo
más caro, el más lindo, el que más le gustó. Triste pero real, son cosas que
pasan.
Pero si se
hiciera eso de dar dinero como si se estuviera pagando una entrada tendría que
establecerse que todos hicieran eso y que el monto sea fijo y acordado desde
antes. Porque si no es como las tarjetas esas de regalo que se dan, que son
medio tristes. Son como, ey, se que te gustan los libros pero ni idea cuál
comprarte, tomá esta tarjeta y andá a comprarte alguno. Es choto porque te
obligan a ir ahí, a comprarte algo si o si, y porque se re venden en la
cuestión de cuánto dinero pusieron.
Eso es otro
tema cuando te hacen regalos, otro tema que no me gusta. O estás obligado a
fingir que todo lo que te dan te gusta o tenés que aguantar todo eso de
frustrar a alguien que estaba tratando de alegrarte. Si tía, esta remera de
unicornios es lindísima. O si no estás obligado a ir a esa tienda donde te
hicieron el regalo y buscar algo que te guste que tenga más o menos el mismo
precio.
Y otra vez,
es todo cuestión de obligaciones.
Las
obligaciones son una mierda.
Creo que ya
cubrí todo el tema.
Soy La Actitud Regalada de Galahad.
Tengo como
placas constantes en mi garganta. Viven ahí las hijas de puta.