La vida es tan trivial. Tan nada. Tan efímera. Tan corta. Tan
insignificante. Se acaba en dos segundos. Y esos segundos nunca fueron tan
buenos como podrían haber sido.
Nada
dura para siempre. Nada es perfecto. Ni siquiera una vida plena.
Todo no
dura nada. Nada dura todo. Todo no es nada. Nada es todo.
El
absurdismo me está matando.
La vida
me está matando.
Es todo
absurdo. Insignificante.
No me
importa cómo sea tu vida. Sólo te importa a vos. Y a los que les importás. Y a
nadie más. Sos una estadística. Un aviso a futuro en las necrológicas. Sos un
nombre en un padrón. Un grabado en una medalla. Una cara desconocida en una
foto grupal. Sos una sombra. El reflejo de una vida extinta. Sos la nada
expirada. Sos una planta sin vida. Sos uno más en la multitud. Sos parte de la
masa. Sos un número. No sos nada.
Supongamos
que ya pasó toda tu vida.
No me
importa si tuviste más amores que Casanova. O si fuiste más seguido que Gandhi.
No me interesa que hayas tenido más dinero que un Sultán. O que hayas sido más
conocido que Jesucristo.
No me
importa.
No me
importa si tu nombre va a aparecer en todos los manuales de historia. Si tu
apellido va a ser una calle. Si vas a tener una estatua en cada ciudad.
Realmente
no es importante.
No para
mí. No para vos.
No vamos
a estar para verlo.
Y aunque
estuviéramos, tampoco tendría sentido. Aunque no te pase la de Kafka y puedas
tenerlo todo en vida. No importa.
No es
importante. ¿Y qué es realmente importante? Nada. Ese es el problema.
Aunque
puedas tenerlo todo no importa.
¿De qué
sirve? Es sólo placer. Y es efímero. Algunos perros tienen placer follándose tu
pierna. Es sólo placer. Justificado o no. Más o menos.
Todos
tenemos problemas. Todos tenemos alegrías. Bueno, casi todos.
Hagas lo
que hicieses vas a dejar de hacerlo. Seas lo que fueses vas a dejar de serlo.
Hagas lo
que hicieses te vas a morir. Tarde o temprano todo llega a su fin. Es absurdo.
El
absurdismo me está matando.
Si tenés
suerte vas a conocer al amor de tu vida. Y un día la vas a perder.
Si tenés
suerte vas a conocer a la mina más hermosa y más copada. A la mina más
perfecta. Y vas a saber que ella te ama.
¿Y qué?
¿Cuánto
puede llegar a durar? ¿Diez mil días? ¿Menos? Y sólo van a ser recuerdos. Al
final sólo vas a ser memoria. Sólo un recuerdo.
Si no
les hablo no existen. Sólo son los extras de mi vida. Las figuras de fondo. No
son nada.
Ella
sólo va a ser un recuerdo en tu cabeza. Una reacción química en tu cerebro. Un
poco de energía. Un par de células. Nada.
Y cuando
vos te olvides de ella, ella va a dejar de existir.
Porque
siempre existió sólo en tu cabeza.
Nos
creemos tan grandes y nuestra vida es tan absurda. Aunque haya sido perfecta
fue sólo una vida. Es sólo una vida. No es nada. Veintiocho mil días. O menos.
No me
importa si fuiste Alejandro Magno. No me importa si sos Donald Trump.
Tu vida
sólo dura segundos. Igual que la mía. Tu cerebro asimila el placer igual que el
mío. Todo tu presente se transforma en pasado. En recuerdos. En nada. Sólo
existe en tu mente.
A mi me
pasa lo mismo.
La vida
pasa en un instante.
Las
cosas pasan dejándolas pasar.
Cuando
ya no estés nada de esto va a importar. Ni cuantas minas tuviste. Ni cuanta
fama alcanzaste. Ni cuanto poder obtuviste. Ni cuantas cosas lograste. Ni
cuanto amaste. Ni cuanto te amaron.
Es sólo
una vida.
El
absurdismo me está matando.
El
absurdismo me está matando.
Volvámonos
más severos todavía.
Digamos
que si la vida en si misma es insignificante. Digamos que si la vida es
absurda. Si todas las vidas carecen de sentido. Si cualquier vida es
intrascendente. Entonces. Todos estamos mal. Todos estamos peor. Estamos
jodidos. Tu vida es más insignificante todavía. Como la mía.
Durden
me dijo que fuimos criados para creer que vamos a ser algo grande. Fuimos
criados para ser estrellas de rock. Astros de cine. Millonarios. Famosos.
Poderosos. Amados. Queridos. Idolatrados.
Y no lo
somos. Y no lo vamos a ser.
Así que
la vida nuestra es todavía más intrascendente que la insignificante vida de los
que tienen o tuvieron todo eso.
Tu vida
vale menos que la de Chaplin. Y la de Chaplin no vale nada. Así que…
No me
digas que tu vida es importante. Ya lo se. Es tan importante como la del
infeliz que apareció hoy muerto en los policiales del diario.
Intrascendente.
No sos nadie. Y aunque lo fueras no serías nada.
El
absurdismo me está matando.
No me
importa si sos importante.
Es como
un jardín de infantes. Pensá en eso. ¿Lo ves? Un aula pequeña y colorida. Una
docena de nenes de cinco años. Una señora bonita con un guardapolvo ridículo.
Porquerías pueriles pegadas en las paredes. El sol de la mañana entrando por la
ventana.
¿Lo ves?
Bueno.
Ahora
sabé que uno de esos nenes, Eustacio, es un nene muy capaz. Su seño está
orgullosa. No sólo hace las pinturitas más bonitas del aula. También sabe las
vocales. Y las sabe escribir. Guau. Que zarpado. Es lo mejor del aula. Es el
orgullo de sus padres.
¿Y qué?
Fuera del jardín no es nada. Fuera de su escuela no es nadie.
Bueno.
Eso es la vida.
Por más
que seas zarpado, en el esquema general de la existencia no sos nada.
No sos
nada en el mundo. Realmente no sos nada.
Pensá
bien, realmente no es importante que hayas descubierto la teoría de la
relatividad.
No se a
dónde mierda estoy yendo.
El
absurdismo me está matando.
Es como
un videojuego. Quizás es eso. Un videojuego. Jugás un rato. Te divertís. O no.
Pero es sólo eso un videojuego.
Termina.
¿Y qué?
Tal vez
por eso lo que tenés que hacer es jugar bien. Divertirte. Si jugás y ganás es
más divertido. Y si jugás más es mejor.
Tal vez
por eso hacemos lo que hacemos. Aunque no tenga sentido.
Para
pasarla mejor.
Todo por
placer. Aunque nada tenga sentido.
Algunos
llenan su absurdismo con algo más allá. Unos con la religión. Otros con sus
obsesiones. Unos con esperanzas. Otros con locura.
Con lo
que sea.
Lo que
sea es mejor que la nada.
Si no se
puede tener todo la nada es la perfección. Eso dijo alguien. Alguien que no fui
yo. No fui yo.
Si toda
la creación no es digna de la eternidad lo mejor es que no hubiera existido. Eso
dijo Mefistófeles. Tipo raro.
Y
después dijo que después de dar tormento a su alma por seis días Dios pudo
crear algo que valiera la pena. Creó a la mujer.
Galahad,
¿te estás yendo?
¿A
dónde?
El
absurdismo me mata.
Mató
mil.
Cambio.
Cambiemos
totalmente. Olvidémonos de todo eso.
Ya se
que no somos nada. Ya se que nada realmente importa. Ya se que nada dura. Que
todo se termina. Que nada vale la pena.
Ya lo
se.
Ya se.
Y por
eso lo voy a olvidar.
Lo voy a
olvidar.
Voy a
tener la sombría astucia de saber que puedo hacer lo que quiero pero no voy a
saber porqué.
Me voy a
olvidar de que nada es todo. De que todo es nada.
Voy a
olvidarlo todo.
Para
seguir.
Sin
memoria.
Sin
pensar.
Sin
sentir.
Cambio.
Cientoochentagradeo.
Y voy a
pensar como Eric Draven. Shelly le dijo que nada es trivial.
Nada es
trivial.
Y lo más
importante es el amor. El amor es eterno aunque se termine.
El amor
es lo único por lo que vale la pena vivir. Por lo que vale la pena luchar. Por
lo que vale la pena morir. Por lo que vale la pena matar.
Nada es
trivial.
¿Qué
pensás? ¿Pensás como yo? ¿Pensás algo? ¿Qué onda?
¿Mejor
me callo? Mejor me callo.
Escribirlo
es una forma de sacarlo. Ya no me jode. Está afuera. No pienso más en eso. Hacé
lo mismo. Dale. Copate.
Me gusta
que uses medias como esas. Me gustan tus piernas. Eso pensé.
Ella me
preguntó cómo me llamaba. Yo le dije: Galahad.
¿Leíste
todo o sólo estás leyendo esto?
Necesito
mi Nepento. Necesito beber del Leteo.
Soy la
Incoherencia Astral de Galahad.
110908
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